Ramiro Amaya, "Crónica del uburbano"

Yo, desde que fallecieron mis padres, vivo solo, excepto por mi compañero Yagui, mi perro raza pitbull. Un día común y corriente, vimos en las noticias sobre una extraña enfermedad muy contagiosa, que ya había más de veinte infectados, era muy peligrosa, como nunca confió en los noticieros, fui a hacer una compra, comida, bebida y demás cosas para poder sobrevivir durante un tiempo sin salir de casa, no solo comida para mí, sino también para Yagui, al llegar a casa, dejé la camioneta en el garaje, por si había alguna emergencia, cerré la puerta que daba a la calle, la trabé, cerré las ventanas, metí mis provisiones a la cocina, fui a la sala, encendí la televisión, y me informe más sobre aquella extraña ‘’enfermedad’’, intente revisar internet no había conexión disponible .
Al día siguiente, habló el presidente, avisaba a todos los ciudadanos que se quedaran en sus casas, no salieran, que aquella enfermedad había llegado al país, finalizó con solamente decir que nos quedáramos escondidos, ahí supe que algo estaba sucediendo, saqué del sótano unas tablas que tenía guardadas, tape todas las ventanas de la casa, pero dejé unos pequeños huecos para poder mirar al exterior me aseguré de que el garaje no se pudiera abrir por fuera, volví a revisar en internet, y estaba disponible, se habían filtrado algunos videos de los supuestos zombis, parecían muy reales, cada vez creía más en aquella suposición del apocalipsis zombi, así busque una escopeta y una pistola 9 m que tenía guardada por seguridad, tenía mucha munición, fui a la sala encendí, una pequeña radio que tenía, y apagué las demás cosas que podrían hacer ruido, guarde la escopeta y la munición cerca del sofá, llame a mi perro Yagui y me puse a escuchar lo que hablaban en la radio del tema para estar completamente seguro, al pasar las horas, apague todo y me quedé dormido.
Unos gritos que provenían de la calle me despertaron, fui a la ventana del segundo piso para poder ver lo que sucedía, era horrible, una mujer de unos 25 años, gritando mi niño mi niño entre en pánico y lo único que hice fue ir corriendo a la sala, en ese momento escuché en la radio que, las autoridades terminarían con el problema, apagué la radio, me aferré a mi escopeta y mi perro, y me quedé en silencio por unas horas, luego asumí lo que estaba sucediendo, no me preocupé por las provisiones, tenía para unas tres semanas, ni tampoco porque mi perro fuera a ladrar y los zombis atacaran mi casa, ya que era obediente y estaba entrenado para no ladrar a otras personas, en cuanto se acabaran mis provisiones, tendría que salir , obviamente prefería la primera opción. Junté todas las armas posibles con que defenderme, unos cuantos cuchillos, un bate y, mi escopeta, y la pistola la verdad no sabía si afectaba a los perros, pero por precaución, no dejaría que Yagui fuera mordido, ni que el mordiera a un infectado, a las pocos minutos, se volvieron a oír gritos provenientes por la calle, recordé que tenía un vecino que era doctor y tenía muchos medicamentos en su casa, seguramente yo los necesitaría en algún momento, sabía que no me los daría, así que tenía que robarlos.
Fui a la cerca, la salté, procurando hacer el menor ruido posible, me acerque a la puerta trasera, estaba cerrada, fui a la puerta principal, estaba abierta, algo raro, me puso incomodó, pero tenía que seguir, revisé el primer piso, estaba completamente vacío, seguramente se había encerrado en su habitación, bajé al primer piso y entre a su garaje había una caja con todos los medicamentos y antibióticos, lancé la caja de medicamentos hacia mi casa, entre de vuelta y escuché un disparo y a los segundos después una voz de agonía pensé tendría más munición, fui a su habitación para volver a buscar, encontré tres cajas de munición, eran unas veinte balas, los zombis intentaban entrar, fui rápidamente a la cerca lance la munición a mi casa, el problema eracómo regresar y recordé mientas los zombis me seguían que tenía una sillas en patio decidí lanzarlas sobre ellos . Y uno de ellos me alcanzó y rasguñó. Apenas entre busqué el alcohol y me puse sobre el rasguñan, estaba muy preocupado por lo que podía llegar a pasar. Yagui estaba alegrado de verme, me aseguré de que todo estuviera sellado para que ningún cambies entre a mi casa, entonces me eché a dormir. Al siguiente día me desperté porque escuchaba un micrófono diciendo que todos los sobrevivientes salgan de sus casas, que estaba despejado que iban a ser evacuados. Yo y mi perro nos alegramos de que esta ya allá terminado. Al día siguiente ya en el otro que no habían evacuado escuchando la televisión dijeron que la enfermedad se había propagado por todo el Conurbano Bonaerense. Y que no había cura para esta enfermedad.

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