Elías Iván Ñariz, “La traición”

Esta es la historia que le sucedió a mis mejores amigos Eric y Matías.  Sus familias habían planeado un viaje hacía mucho tiempo. Llegó el día en que los dos habían conseguido franco en el trabajo para que el viaje se hiciera. Luego de empacar muchas cosas y comida partieron cada uno en su auto pero una familia llegó antes que la otra. Pasaron las horas y no llegaban. Preocupados decidieron informarle a la policía.
Luego de una larga investigación y de un rastrillaje completo por donde habían pasado encontraron el auto quemado.
Unos días después encontraron a una persona que dijo que él los había visto en la estación de servicio donde fueron vistos por última vez. Fueron hacia allá y los dueños le dijeron que le habían preguntado dónde quedaba la ruta  interestatal. Fueron hacia allá y encontraron un auto cuyo dueño era desconocido. Revisando el perímetro encontraron dos cuerpos carbonizados. Los llevaron a la morgue para identificarlos: eran Eric y Lina, la pareja desaparecida que buscaban.
El oficial dijo que la muerte de esta feliz pareja se debió a que el automóvil  perdió el control por alguna falla en el sistema de frenos.
En el funeral de Eric y su esposa, Matías se sentía muy mal por la muerte de su mejor amigo.
A las dos semanas la policía seguía investigando ya que descubrieron que la falla en los frenos había sido intencional. Fueron a la casa de Matías para avisarle y lo notaron muy extraño. Los oficiales le dijeron:
-        ¿No te importa si echamos un vistazo, no?
Entraron y revisaron la casa de arriba abajo y en el patio vieron un poco de tierra removida y le preguntaron qué era. Él les dijo:
-        Nada, solo es una pequeña fuga.
El oficial al verlo tan nervioso ordenó a sus hombres que vaciaran el pozo. Luego de un rato encontraron en el pozo una pinza con la que había cortado los frenos del auto de Eric. Matías se quebró y confesó todo, dijo que había matado a Eric.
Lo condenaron a cadena perpetua por homicidio.

Federico Sánchez, “Las pirañas”

Un día de verano una mujer que vivía cerca de una playa en Brasil, estaba nadando tranquilamente y de pronto desapareció. Muchos pensaban que la habían secuestrado pero no. La familia empezó a investigar porque nadie sabía lo que había pasado. Decidieron llamar al detective John Micol, de EE.UU.  Los familiares le contaron todo lo que había pasado. Él fue a la casa de Edna Robinson y preguntó a unos vecinos:
-        ¿Usted vio a la mujer?
-        Sí, la vi. Estaba nadando cuando subió  la marea y ya no pude verla más… desapareció.
Llegó a la playa y le dijo a la hermana que desapareció o se ahogó en el agua. Lo que  Jon no sabía era que había una gran cantidad de pirañas ocultas en las profundidades. El caso se “enfrió” por un tiempo por falta de pistas y la tranquilidad poco a poco volvió a instalarse.
Un tiempo después,  fue una banda de rock fue a tocar a la playa. Las personas, al moverse en el agua, atraían a las pirañas. Los peces llegaron en gran número y la fiesta se convirtió en un escenario de sangre, murieron cientos de pibes, mujeres, hombres y hubo muchos heridos que sobrevivieron de milagro al ataque. Al enterarse el detective  Jon Micol preguntó si había alguna forma de atraparlas.
-        Sí - dijo el salvavidas - tirando redes especiales de pesca. Debemos atraerlas generando mucho movimiento en el agua.
Así fue como John Micol y el salvavidas, mataron a las pirañas.

Nicolás Mansilla y Kevin Soruco, “Un misterio en la familia”

Una familia va viajando en su automóvil a la capital por la autopista cuando un camión se les pone en frente haciendo que el coche se desvíe hacia un bosque en donde había una casa abandonada en la que había muerto un anciano asesinado.
La  familia tuvo que parar ahí porque se acercaba una tormenta y se quedaron una noche a esperar que mejore el tiempo. La casa era de dos pisos. Arriba estaba el cuarto de los padres, en el medio estaba la de los chicos y abajo el living y el baño donde ocurrió el asesinato.
Esa noche, cuando estaban durmiendo, el más chico se levantó para ir al baño, cuando llegó se asustó y pegó un grito de terror. Los padres se levantaron asustados y le preguntaron qué le había pasado. El chico le respondió que cuando llegó estaba el anciano tirado en el piso lleno de sangre. Pasaron unos días y el niño no podía sacarse esa imagen de la cabeza. Aquello lo había traumado y se enfermó. Lo atacó un mal desconocido que hizo que pierda la razón.
Un día,  cuando regresaban a su hogar, en la mitad del viaje, se bajaron a tomar aire. Pero el niño tenía guardado un cuchillo y quiso atacar a su hermano. Por suerte había un policía allí y lo detuvo, cuando le vio la cara el muchacho tenía el rostro de un señor viejo y arrugado. Se aterró y se fue corriendo. El niño se acercó a su familia y se fueron.
Cuando llegaron a la casa el chico quiso matar a su padre pero lo vio y lo detuvo. La madre gritó:
-        ¿Eso no es mi hijo?
El padre dijo:
-        ¿Qué?... No. Esto no es mi hijo.
El hermano mayor se acercó y gritó:
-        No es mi hermano, es el anciano muerto…
EL padre lo sujetó con fuerza y le preguntó al anciano:
-         ¿Dónde está mi hijo?
Aquél ser desagradable y horrendo, contestó:
-        Tú viste quién era en realidad el que estaba tirado en el baño de aquella vieja casa… era tu hijo.

"Fantasma"

Cuando me desperté todavía el fantasma estaba a mi lado. Yo estaba desesperado. No sabía qué hacer, me sentía perdido, aislado, pero de todas formas salí corriendo para el comedor. Después de haberme desmayado, por ver la cara de esa cosa rara a la que muchos llaman fantasma.
Traté de agarrar el teléfono y llamar a mi mamá, pero siempre me daba ocupado. Al día siguiente desperté: al parecer todo había sido un feo y extraño sueño. Me levanté para ir a desayunar y me di cuenta que algo raro sucedía.
Ese día jamás lo olvidaré, al ver a mi mamá muerta y verle otra vez la cara al fantasma, me di cuenta que era realidad y jamás había sido un sueño.

Matías Chaparro, “Terror en la carretera”

Fabricio, un famoso empresario, conducía por la carretera que iba entre cerros y montes. Peligrosas curvas formaban parte del camino, oscuro y tenebroso, que se ocultaba en la profunda noche. Estaba cansado por el sueño que sentía. Jamás salía a la ruta sino había descansado bien. Terminaba de transitar una curva cuando la luz enfocó a una persona que caminaba al costado de la carretera.
Comenzó a asustarse cuando inexplicablemente no podía alcanzarla, continuaba caminando delante de él y parecía hacerlo lentamente. Vestía una túnica de color negro muy larga pero no podía distinguirse si era un hombre o una mujer. Sorpresivamente el misterioso caminante cruzó hacia el otro lado de la ruta y se perdió en la oscuridad. Los sacudió un fuerte golpe seguido de la indescriptible sensación de caer en el vacío, el auto de Fabricio cayó y rodó hasta el fondo del precipicio. El caminante apareció en el borde, miró hacia abajo y desplegó unas enormes alas negras y descendió volando hasta el malherido cuerpo de Fabricio ya casi sin vida.

Miguel González y Lautaro Martin, “La casa misteriosa”

Un día la familia López decide mudarse de la casa y comprarse otra en un nuevo vecindario. Al llegar los vecinos estaban sorprendidos porque esa casa no fue utilizada desde la misteriosa desaparición de la familia Aguirre. Se insinuó que se fueron de la casa porque pasaban cosas extrañas.
Al instalarse en ella fueron los vecinos a darle la bienvenida pero decidieron no contarles nada. Esa misma noche, después de cenar, los padres mandaron a los hijos a dormir. A la madrugada se escuchaban abrir las puertas y ruidos en la escalera. Fueron a ver qué era lo que sucedía. Atemorizados llegaron al cuarto de los chicos para ver si todo estaba bien pero el más chico había desaparecido. Los padres salieron aterrorizados a la calle a buscarlo y se encontraron con que el auto tampoco estaba. Los vecinos, que también habían oído los extraños ruidos, salieron y vieron salir el auto hacia el norte.
La familia salió en busca del niño y encontraron el coche abandonado a un costado de la carretera. Había huellas que se adentraban en el campo, al costado de la ruta. Fueron con la policía y le dijeron que no podrían hacer nada al respecto. Decidieron ir ellos mismos. Al anochecer fueron a buscarlo al bosque. El ambiente era muy espeluznante y sombrío. Después de tres horas buscándolo encontraron parte de la ropa del niño cubierta de sangre. Asustados y sin saber con  qué se podían encontrar siguieron un sendero oscuro y silencioso. Al final de ese camino vieron el cuerpo ensangrentado del chico que apenas podía respirar. Rápidamente llevaron al niño al hospital y les dijeron que estaba muy grave y que solo se podía esperar un milagro.
Los padres fueron a hablar con los vecinos para saber todo sobre la casa. Les contaron que un chico murió en ella y antes de morir dijo que no iba a dejar a nadie entrar en la casa jamás.
La operación del niño salió bien y estaba a fuera de peligro, rápidamente después de que se recupere el chico se iban a ir de esa casa, pusieron la casa en venta, y una familia la había comprado…

Ezequiel Martínez, “El sospechoso del barrio”

Hace unos años, en una casa muy antigua, se decía que vivía un anciano secuestrador pero la mayoría pensaba que se trataba de un mito. Sin embargo nadie se atrevía a pasar ni asomarse siquiera por aquella casa.
A los chicos del barrio les gustaba jugar a la pelota. Un día la pelota se cayó en la casa y no sabían qué hacer. Era la única pelota que tenían, con la que jugaban siempre. Uno  de ellos dijo que había que recuperarla como fuera. Todos respondieron que sí pero no sabían cómo. Finalmente idearon un plan: bajar a su amigo por una soga para que la agarrara. Comenzaron a hacerlo con mucho cuidado pero en un momento el chico comenzó a resbalarse por lo que decidieron ir a buscar ayuda. Dos horas después no habían regresado y el muchacho no sabía qué hacer. Escuchaba gritos de una persona. Se acercó a dar un vistazo. El anciano salió rápido y le dijo:
-        Pasa para adentro de la casa.
El chico se negó a entrar y el viejo lo amenazó con matarlo si no lo hacía. Al anochecer los amigos regresaron por él y no lo encontraron. Entonces pensaron que se lo llevó el anciano. Uno de ellos dijo:
-        Hay que entrar de alguna manera y sacarlo.
-        Pero que hay de sus padres, qué le vamos a decir- preguntó uno muy asustado.
-        Los llamaremos y les diremos que está con nosotros y que se quedará en algunas de nuestras casas por esta noche.
Idearon un nuevo plan: entrar por el techo de la casa porque tenía un traga luz. Pero una vez arriba se encontraron que tenía reja y se fueron y dijeron:
-        Lo tendremos que intentar mañana con un nuevo plan.
A la noche el hombre metió al chico en un bolso de viaje y huyó con él a Japón para venderlo allí. Al otro día sus amigos decidieron avisarle a su madre. Ella llamó a la policía que rodeó la casa. Había franco tiradores en los techos por si el sospechoso reaccionaba mal y con un megáfono le dijeron que saliera, que no le harían daño. Al ver que el sospechoso no salía decidieron entrar: rompieron la puerta violentamente y revisaron toda la casa pero no había nadie. Los buscaron durante meses por diferentes provincias pero no los encontraron. Mientras que en Japón el chico ya había sido vendido a una familia de Australia que estaba de vacaciones. Dos años después cayó preso el sospechoso y lo llevaron a declarar. Cuenta todo lo sucedido. Así se reinició la búsqueda y lo encontraron. Lo recuperaron y lo llevaron a su verdadero hogar donde se reunió con sus familiares y amigos.

Camila Salas, "48 horas de vida"

Una noche, un hombre iba de viaje a la casa de su mamá. Era un viaje largo, unas 48hs. Para llegar a destino tenía que pasar por un bosque. Matías no tenía ningún problema, hasta que se le quedó el auto en medio de la nada:
-        Bueno me parece que voy a tener que buscar ayuda- se dijo así mismo.
Caminaba tranquilo y encontró un camino. Lo siguió. De repente escuchó pasos, se dio la vuelta y no vio nada. Siguió avanzando y oyó nuevamente pasos, pero no vio nada ni nadie. Se empezó a sentir muy incómodo. De pronto un hombre, con aspecto de muerto, muy pálido y ojeroso, apareció de la nada. El muchacho se asustó y se fue corriendo. Mientras lo hacía, se  dio cuenta que estaba en un pueblo desierto y que se había perdido. Empezó a tener miedo. Seguía escuchando esos pasos y el sonido de un celular.
-        Un celular!!! Ah! Cierto que yo lo tengo en el bolsillo!- Se tranquilizó
Intentó llamar a alguien pero no tenía crédito y la batería estaba casi agotada. Miró hora: eran las 17:30. Se sentó en un tronco y se puso a llorar con la cabeza gacha. En ese momento observó unos pies delante de él. Era el hombre que había visto, pero no lo reconoció y se fue corriendo. Vio un cartel tirado en el piso que decía que a 900km estaba la ciudad más cercana. El chico intentó llegar a la ruta pero el hombre lo alcanzó y le dijo:
-         Tú vida va a terminar acá.
Matías llorando dice:
-        ¿Por qué yo? ¿Por qué? No te hice nada malo.
-        Porque odio a tu familia, en especial a vos, porque me sacaste algo que quería mucho, decías cosas feas de mí, y me echaste siempre atrás.
El hombre lo miró sin entender.
-        ¿Qué todavía no me reconoces? Por tu culpa me llevaron al loquero.
-        Tú…
El joven no terminó sus palabras. El filo del cuchillo ya acariciaba su carne.

Valeria Martínez, “Fantasma”

Cuando desperté el fantasma estaba ahí.
El rostro parecía de un niño. No me asusté porque nunca me dieron miedo los fantasmas, pero me llamó mucho la atención ver que no tenía pies. 
Lo primero que hice fue intentar comunicarme con él. Lo saludé y se fue. Lo seguí. Me llevó hasta una habitación fea, horrorosa. Allí había una mesa con tijeras quirúrgicas. Todo indicaba  que era una sala de operaciones. Fue entonces cuando se comunicó conmigo y me contó que su madre lo había matado. Me explicó que ella vivía  enojada porque siempre quiso tener una niña y que lo que él hacía siempre le molestaba. Me contó que todo empezó un día de lluvia en el que fue a jugar descalzo al barro. La madre se enfureció, le dijo que era un niño malo y muy sucio, que las niñas eran más limpias y lo llevó a esa habitación: le cortó los pies para que no se ensuciara más, pero él murió desangrado.
De pronto vi una luz muy brillante y desapareció. En ese momento  entendí que para liberarse necesitaba contar su historia…

Rodrigo Romero, "La extraña laguna"

En el 2008 la familia Russo, gente acostumbrada a vivir en el campo, solo tenían como medio de transporte unos caballos, logra comprar su primer auto.
Era tanto la ilusión para estrenarlo que deciden hacer un viaje a la gran ciudad donde vivían sus familiares, la cual quedaba a 150 km de distancia desde su casa.
Después de dos días de preparativos, emprenden el camino. Ellos sabían que gran parte del trayecto debían cruzar por lugares inadecuados, pero no veían eso como un obstáculo para su objetivo.
Al cabo de unos días sus familiares, que los cuales los esperaban ansiosos, viendo que no llegaban y no tenían noticia alguna, empiezan a sospechar lo peor: ¿Habrán chocado? ¿Los habrán secuestrado? ¿Se habrán perdido?. Entonces deciden dar parte a la policía. Los efectivos buscan y rastrillan intensamente toda la zona donde podrían estar, sin encontrar rastro alguno.
Sus familiares se empiezan a desesperar, no podía ser que no se encontrara nada, hasta que una persona desconocida les habló de un monte llamado "La desgracia”, donde habían desparecido varias personas.
Llegan al lugar junto a los uniformados y observan que un grupo de perros corren desesperados hacia una pequeña laguna, por curiosidad deciden seguirlos. Al llegar al lugar notan que cuando los animales se sumergen, se desintegran, entonces se acercan tirando palos y piedras, y todo desaparecía. 
Esta búsqueda era su última esperanza, pero todo fue inútil, ¿qué habrá pasado? Quizás nunca se sabrá..... Hoy estamos en el 2011 y jamás se supo nada de los Russo ni de su auto.

Mauricio Micciullo


En un pueblo muy lejano, de pocas casas y algunas de estas abandonadas, vivíamos mi padre, mi familia y yo.
Este pueblo se llamaba Torre Fuerte. Allí nos mudamos cuando falleció mi madre, pero la realidad es que no hallábamos paz. Yo no encontraba modo de estar tranquilo... lo cierto es que cada vez que despertaba en la noche, no volvía a dormir.
Desde el comedor se oían ruidos de cubiertos rosando los platos y hasta a veces oía pasos cada vez más resonantes como si se trataba de alguien acercándose por las escaleras hacia mi cuarto, así me quedaba observando la puerta hasta que amanecía.
Pasado cinco años, ya cansado de este misterio, decidí hacer algo al respecto. Ya lo había comentado a mi familia, a mis amigos y luego al psicólogo (de no ser por mi padre que me dijo que callara semejante tontería, me hubiese atendido también un psiquiatra), es que nadie me creía y mi familia nunca oía nada. Así que ese día me determiné a bajar.
¿Qué es lo que me esperaba allí abajo?, no lo sabía. ¿Ratas?, por las dudas llevaba un palo de béisbol; ¿lobos?, por si acaso una raqueta de tenis; si era otro ser no tenía ya recursos, las ollas y los sartenes estaban en el mismo lugar de donde se sentían los ruidos.
En fin, cuando volví a despertar, tomé el palo y la raqueta, y oí el primer ruido. Comencé a abrir la puerta y a acercarme hacia las escaleras, al bajar el primer escalón, me daba la impresión de que alguien me observaba desde algún lado, desde la cocina se oían los mismos ruidos de siempre solo que esta vez veía un resplandor azul y luminoso que venía del comedor.
 Llegué a bajar el sexto escalón cuando sentí rechinar el primero y luego una mano fría en mi hombro. Rápidamente bajé las escaleras de un salto y me metí en el baño. Allí me quedé y solo escuchaba que es lo que me perseguía. ¿Qué es lo que había?
De la escalera se escuchaba un zapato y algún extraño sonido como un pie de madera y se aproximaba cada vez más hacia el baño hasta que...¡¨toc¨toc¨toc¨! No me atrevía a preguntar quién era. Luego el picaporte comenzó a girar y... ¡¨chaj¨!, se abrió la puerta. Solo era mi abuela con su bastón, eso explicaba ese ruido a madera.
Pero tenía que averiguar de qué se trataba la luz del comedor. Sé que era un fantasma, porque... esa luz nunca la había visto.
Al día siguiente bajé y me acerqué al comedor. Faltando muy poco para llegar comencé a escuchar los ruidos que nunca me dejaron dormir y me detuve por un segundo, luego empecé a ver brillar ese resplandor azul y mi inquietud por saberlo me llevó a ir hacia la luz y cuando llegué al comedor... allí estaba mi madre!!! Sentada comiendo . No lo podía creer!!! Lo hacía una y otra vez como si me ignorara. Traté de hablarle pero no pude, mi garganta tenía un nudo. Me paralicé por unos segundos y volví a mi cuarto.
La noche siguiente cuando desperté el fantasma todavía estaba ahí, estuve cinco noches bajando y tratando de hablarle. A la sexta noche me miró a los ojos y me dijo : “VENGO A BUSCARTE PARA QUE VENGAS CONMIGO Y NUNCA MÁS VOLVER A ESTE LUGAR”. Corrí a preparar mis bolsos y cuando llegué a las escaleras, este resplandor detrás de mí me dijo: “¡DETENTE!, LA ÚNICA MANERA DE ESTAR CONMIGO ES ÉSTA... Y ME EMPUJÓ POR LAS ESCALERAS”. En cuestión de unos segundos sentí garras en mi estómago, luego se desprendió mi alma de mi cuerpo y pude ver, al final de las escaleras, cómo sangraba mi cuerpo. Ya era igual que mi madre ahora solo restaba lanzar por las escaleras a mi padre y a mis abuelos para ser todos iguales y estar todos juntos...

Carolina Anze, "Ángel de la guarda"

Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí mirándome. Su rostro me era conocido. Era una noche con luna llena y estrellas.
El espectro era un niño de más o menos ocho o diez años que repetía mi nombre constantemente: “Enrique… Enrique…” Al día siguiente se me apareció para decirme que me cuidara, pero yo no le hice caso. A la  mañana mi mamá me llamó: “Enrique… Enrique…” (Yo pensé que era el fantasma  pero no). Bajé  a desayunar y se me hizo tarde para el autobús. Me tuvo que llevar mi mamá. Al pasar por una calle vimos que el colectivo de la escuela estaba volcado y los chicos heridos. Mi madre bajó y llamó a emergencias. Vinieron con  rapidez y por suerte ninguno murió. En ese momento me acordé lo que me había dicho el espíritu. A la noche siguiente se le apareció el fantasma nuevamente y me dijo:
-       Te lo dije, te lo dije, ¡cuidado!
-        ¿Quién era?
-       Alguien de tu familia lo sabe…
Dormí con muchas dudas. Cuando amaneció me levanté rápido buscando en las cosas de mi mamá fotos tras fotos hasta que vi una que me llamó la atención. Le llevé a mi mama la foto y ella me dijo:
-       Es tu hermano.
No lo podía creer.
Después de la escuela me fui a mi casa, cené y me acosté. Sin que me diera cuenta, el fantasma apareció frente mí. Le pregunté si era mi hermano. Me dijo que sí y me contó su historia: él había estado enfermo; al nacer había tenido problemas respiratorios. Los doctores no podía curarlo y a los ochos años le dio un ataque de asma que lo mató.
Con tristeza en la voz me dijo:
-       Fue grande el dolor de mamá pero ahora te cuido a vos mi hermanito querido y siempre te voy a cuidar: soy tu ángel de la guarda…

Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí, en la oscuridad. El viento soplaba fuerte, los perros ladraban a lo lejos y  llovía muy fuerte. La luz se apagó de pronto dejando a oscuras el cuarto. Estaba acostada en mi cama, muy asustada. La ventana de la cocina estaba abierta corrí a cerrarla  y cuando volví a mi pieza la sombra de mi perro Duque estaba tras la ventana. Miré y dije:
-        ¡Qué susto que me diste Duque!- y suspiré.
Pero cuando giré el fantasma estaba detrás de mí.  Me desmayé y caí al piso.
Eran la 10:30 de la mañana y dormía en la cama. Me levanté y miré afuera por la ventana. El día estaba hermoso, soleado y hacía mucho calor. Me reí y pensé:
-        Fue solo un sueño.
Volví a acostarme. Miré el techo y el monstruo estaba ahí. Me miró fijamente y me dijo:
-        Todavía no me ido.

"Una mañana dolorosa"

Una madrugada de verano, la  familia Stevenson decidió irse de vacaciones. Ellos eran de un pueblo llamado Villa Ángela, una pequeña localidad muy aislada de la gran ciudad a la que ellos querían ir.
Decidieron partir a las cinco de la mañana para llegar allí un día después.
Todo estaba preparado. En el transcurso del viaje pararon en un semáforo y  un mendigo se les acercó y les dijo:
-        ¿Eh, amigo, no tenés un par de monedas?
-        No, no tengo nada ahora, pibe – respondió el Sr. Stevenson.
El vagabundo lo distrajo mientras se acercaba un compañero suyo con un arma en la mano que se arrimó por la otra ventanilla y le pegó un tiro a su mujer en el cuello. En la desesperación, el Sr. Stevenson la socorrió bajándola del auto y llamó a la ambulancia. Lamentablemente tardó mucho en llegar y la mujer murió en la calle. Sus últimas palabras fueron:
-        Venga mi muerte, mi amor.
Los delincuentes huyeron. El Sr. Stevenson los corrió hasta poder alcanzarlos pero los ladrones lo golpearon hasta casi matarlo. Con sus últimas fuerzas sacó un arma y le pegó un tiro a uno de ellos. El otro le pegó una patada en la cabeza y salió corriendo.
El Sr. Stevenson se arrastra hasta la ruta donde un hombre lo ayuda llevándolo a su casa. Lo cuidó pero no pudo hacer nada. El Sr. Stevenson había fallecido con el dolor de la muerte de su esposa y con la bronca de no poder vengar su muerte.

Está sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo. Todos los otros seres vivos han muerto. Tocan la puerta pero no era nadie. Al rato vuelve a escuchar la puerta, la abre y era un perro que estaba asustado por lo que había sucedido. El animal tenía un collar con el nombre y la dirección de su dueño. Decidió averiguar dónde quedaba. Cuando llegó a la dirección encontró cuerpos quemados y agonizando. Le dio lástima pero siguió hacia su destino. En ese momento ve algo raro, como una sombra. Se asusta y empieza a caminar más rápido. De pronto el perro se escapa alejándose. Lo  llama pero no volvía. Lo fue a buscar y lo encontró cerca del lugar en el que había visto aquella extraña sombra. Se acercó lentamente y vio al dueño del perro. Le preguntó qué hacía por ahí y no le contestó. Se acercó despacio y le volvió a hablar pero el hombre estaba completamente callado. Era mudo. Le preguntó si se podía quedar con él y con señas le dijo que sí. Ella necesitaba ropa ya que toda su ropa había quedado en su casa. La acompañó a su casa. Pero en el camino se encontraron con agentes del gobierno que los capturaron y los llevaron a un lugar donde lo guardarían para estudiar por que sobrevivieron a una explosión tan grande. De ellos no se supo más nada, solo que habían sobrevivido.

Carlos Olivera, "El sospechoso"

Una pareja de jóvenes viajaba por una carretera desierta buscando una estación de servicio. De repente, cruzaron una camioneta que había volcado.
Uno de ellos se bajó del auto para ver si había alguien herido pero no encontró a nadie. Empezó a revisar la camioneta y halló sangre por todos lados. Escuchó a una niña llorando detrás del vehículo. Estaba sangrando.
Javier, uno de los jóvenes, decidió ayudarla. Darla, su novia, le dijo que la subiera a la camioneta. La niña no quería que la toquen, solo quería a sus padres porque estaba muy asustada. Él le preguntó qué les había pasado. La niña no quería hablar de lo aterrada que estaba. Darla la tranquilizó asegurándole que no le iba a pasar nada.
La pequeña subió caminando a duras penas al auto. La joven logró detener la hemorragia y emprendieron la marcha en busca de ayuda. En el camino decidieron realizan una parada en un autoservicio para comprar gasas y cinta para cubrir la herida de la niña.
Él entró al autoservicio y encontró que no había nadie excepto un hombre sentado al fondo de un pasillo solitario. El hombre lo observó de una manera extraña y Javier salió corriendo. Descubrió que Darla y la niña habían desaparecido.
Se asustó mucho, buscó y gritó por todo el lugar. Alcanzó a ver un pedazo de la ropa de Darla. En ese momento el viejo del autoservicio intentó escapar pero  Javier lo atrapó y le preguntó por qué estaba huyendo. El hombre comenzó a levantar sospechas.
Él le dijo que lo iba a llevar con ellas dos, pero en un descuido le da un fuerte golpe en la nuca desmayándolo. Se despierta amarrado, junto a Darla y a la niña. Javier logra con mucho esfuerzo desatarse pero el hombre apareció detrás de él y lo atacó con un hacha. Lo asesinó delante de Darla y la niña. La pequeña le dijo a ella que ese hombre había matado a sus padres.
Darla empieza a gritar: -¡¡¡Javier!!! -¡¡¡Javier!!!
El asesino, finalmente, las mató.

"Extraña desaparición"

Una pareja que vivía en el campo se fue de viaje a la ciudad. Iban a la casa de sus primos pero a los cuarenta minutos de viaje desaparecieron sin dejar rastros. Sus familias preocupadas dieron aviso a la policía. La familia dio todos los detalles sobre su vestimenta, el color del auto y todo lo demás. El patrullero tomó el camino que había tomado la pareja, pero no encontraron nada. De pronto vieron una casa que parecía abandonada. En ella habitaba un anciano. La policía le preguntó si vio pasar por allí un auto con dos personas.
El anciano dijo:
-        Vi que bajaron de su auto y se subieron a una camioneta. Desde donde estaba yo no podía ver muy bien lo que sucedía. Todo fue muy rápido. Yo no sabía qué hacer, no sabía si dar aviso o no, porque no sabía lo que sucedía. Solo me calmé y me metí en mi casa.
Le agradecieron y tomaron de nuevo su rumbo. A veinticinco minutos del lugar encontraron una camisa manchada con sangre que resultó ser de la chica. Le informaron a la familia y se preocuparon mucho.
En la carretera había huellas de neumáticos de una camioneta. Siguieron esos rastros hasta que dieron con una casa muy elegante. Entraron allí y encontraron a la pareja.
Los policías preguntaron qué había sucedido que no habían llegado a destino y les dijeron:
-        Sucedió que ella se cortó la mano con el vidrio de la ventana cuando trataba de subirla. En ese momento llamamos a unos amigos para que nos vayan a buscar porque aparte de lo que sucedió nos quedamos sin gasolina. Nuestros amigos nos ofrecieron hospitalidad en su casa y ¡Aquí estamos! Gracias por preocuparse y haber venido hasta aquí, le avisaremos a nuestra familia lo que sucedió y… nuevamente ¡GRACIAS!

"Fantasma"

Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí mirándome como si esperara que hiciera algo y con una voz de fantasma siniestro y condenado me dijo:
-        Todavía es demasiado temprano deberías seguir durmiendo.
Estaba pensando en lo que me dijo pero contesté:
-        Ya no tengo sueño.
Por miedo a que me hiciera algo verdaderamente macabro me quedé despierto con él.
Eran las 5:30 de la mañana y comenzaba a mover los ojos y tomaba agua del vaso que me había traído en la noche para no quedarme dormido. Bebía  a cada tanto para evitar el sueño y pensaba en un plan para deshacerme de él. Entonces le pedí que me contase su vida para ir ganando tiempo. Le pregunté sobre sus mejores y peores días y sobre  sus experiencias de ultratumba. Me pareció muy interesante su vida y así perdí la noción del tiempo. Debía ganar tiempo ya que sabía (gracias a un amigo que le había pasado lo mismo que a mí) que los fantasmas  desaparecían con la luz del sol. Utilicé mi astucia y seguí engañándolo (ese era mi plan desde un principio). Eran las 6:30 y desde mi ventana podían verse los campos y los cálidos lazos del sol que yacían en el horizonte esperando salir, comenzaban lentamente a asomarse en el horizonte. En ese momento supe que era el momento final.
El sol estaba en su punto de salida y el fantasma todavía seguía allí pero se dio cuenta de mi plan y con un gesto de impotencia me dijo:
-        Si querías que me fuese solo tenías que pedírmelo. Soy un fantasma amable, el que me veas como un monstruo no significa que vaya a actuar como tal.
Y diciendo esto desapareció.

Carla Donadío, "Fantasma"

Era un día muy hermoso. Yo estaba sentada a la sombra de un árbol escuchando los pajaritos cantar. Ya se estaba haciendo de noche. Yo estaba entrando a casa cuando escuché unos ruidos extraños y me asusté mucho.
Entré pero no era nada, solo se había caído un florero del living. Llegó la hora de ir a la cama. Estaba yendo para el cuarto cuando de repente vi algo raro, como una sombra que se cruzaba de un lado para otro. Seguí caminando, mirando para todos lados, hasta que llegué a mi cuarto y me acosté con mucho miedo. Después de un rato me dormí pero me desperté porque oí algo: había un fantasma al lado mío. Grité tan fuerte que el espectro se fue rápido.
Ya no podía dormir más. Me levanté y me fui al living a mirar la tele. Me agarró mucho sueño y me dormí pero cuando desperté, el fantasma todavía estaba ahí…

Lucas Escudero, "Fantasma"

Cuando desperté el fantasma todavía estaba ahí. Cerré los ojos con todas mis fuerzas, quería pensar que todo era un sueño pero no era así. Me inquieté un poco pero logré tranquilizarme.Él solo quería asustarme, pero no lo dejaría. Ignoré su presencia. Me puse a estudiar como si no estuviera en mi cuarto sin darle importancia. Se cansó de estar allí. Abrí la ventana para que entrara el sol y una brisa de viento lo envolvió llevándoselo de mi habitación. Desde aquella vez nunca más vi al fantasma y jamás volví a tener miedo.

Facundo Gioia, "Fantasma"

Cuando desperté el fantasma todavía estaba ahí. Era un día de lluvia. La sombra del espectro se proyectaba en la pared de mi cuarto. Al ver eso me asusté y corrí hasta el quincho donde me escondí. Pero un rayo cayó y comenzó a incendiarse todo. Volví a la casa y desperté a mi mamá diciéndole a los gritos lo que había pasado. Ella con calma me dijo: 
- ¿Qué pasó?
- ¡Hay un fantasma en mi habitación!"
Fue a revisar pero no había nada.
- Vení, pasá no hay nada, acostáte -dijo tranquilizándome.
Lo hice e intenté descansar pero escuché un ruido en el ropero. Me levanté, abrí la puerta y no había nada. Volví a la cama pero ya no podía dormir.
Al otro día mi madre me despertó y le conté lo que había pasado. Ella me dijo que todo había sido un sueño y que los fantasmas no existen...

Cristian Pellegrino, "Fantasma"

Estaba durmiendo y me desperté a las doce de la noche. Escuché unos ruidos y cuando abrí la puerta había un fantasma. En ese momento se comenzó a llover muy fuerte. De nuevo se escucharon sonidos extraños como platos que se caían al piso rompiéndose. Fui a ver y aquel espíritu estaba ahí: tenía sus ojos rojos y colmillos muy filosos. Volaba sobre la sala. Al verme, atravesó una pared. Levanté la vajilla que se había caído. En eso estaba cuando se escucharon otros ruidos, esta vez en el sótano. Bajé rápido y no vi al espectro con su espada... me cortó la cabeza...