Carolina Anze, "Ángel de la guarda"

Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí mirándome. Su rostro me era conocido. Era una noche con luna llena y estrellas.
El espectro era un niño de más o menos ocho o diez años que repetía mi nombre constantemente: “Enrique… Enrique…” Al día siguiente se me apareció para decirme que me cuidara, pero yo no le hice caso. A la  mañana mi mamá me llamó: “Enrique… Enrique…” (Yo pensé que era el fantasma  pero no). Bajé  a desayunar y se me hizo tarde para el autobús. Me tuvo que llevar mi mamá. Al pasar por una calle vimos que el colectivo de la escuela estaba volcado y los chicos heridos. Mi madre bajó y llamó a emergencias. Vinieron con  rapidez y por suerte ninguno murió. En ese momento me acordé lo que me había dicho el espíritu. A la noche siguiente se le apareció el fantasma nuevamente y me dijo:
-       Te lo dije, te lo dije, ¡cuidado!
-        ¿Quién era?
-       Alguien de tu familia lo sabe…
Dormí con muchas dudas. Cuando amaneció me levanté rápido buscando en las cosas de mi mamá fotos tras fotos hasta que vi una que me llamó la atención. Le llevé a mi mama la foto y ella me dijo:
-       Es tu hermano.
No lo podía creer.
Después de la escuela me fui a mi casa, cené y me acosté. Sin que me diera cuenta, el fantasma apareció frente mí. Le pregunté si era mi hermano. Me dijo que sí y me contó su historia: él había estado enfermo; al nacer había tenido problemas respiratorios. Los doctores no podía curarlo y a los ochos años le dio un ataque de asma que lo mató.
Con tristeza en la voz me dijo:
-       Fue grande el dolor de mamá pero ahora te cuido a vos mi hermanito querido y siempre te voy a cuidar: soy tu ángel de la guarda…

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