Carlos Olivera, "El sospechoso"

Una pareja de jóvenes viajaba por una carretera desierta buscando una estación de servicio. De repente, cruzaron una camioneta que había volcado.
Uno de ellos se bajó del auto para ver si había alguien herido pero no encontró a nadie. Empezó a revisar la camioneta y halló sangre por todos lados. Escuchó a una niña llorando detrás del vehículo. Estaba sangrando.
Javier, uno de los jóvenes, decidió ayudarla. Darla, su novia, le dijo que la subiera a la camioneta. La niña no quería que la toquen, solo quería a sus padres porque estaba muy asustada. Él le preguntó qué les había pasado. La niña no quería hablar de lo aterrada que estaba. Darla la tranquilizó asegurándole que no le iba a pasar nada.
La pequeña subió caminando a duras penas al auto. La joven logró detener la hemorragia y emprendieron la marcha en busca de ayuda. En el camino decidieron realizan una parada en un autoservicio para comprar gasas y cinta para cubrir la herida de la niña.
Él entró al autoservicio y encontró que no había nadie excepto un hombre sentado al fondo de un pasillo solitario. El hombre lo observó de una manera extraña y Javier salió corriendo. Descubrió que Darla y la niña habían desaparecido.
Se asustó mucho, buscó y gritó por todo el lugar. Alcanzó a ver un pedazo de la ropa de Darla. En ese momento el viejo del autoservicio intentó escapar pero  Javier lo atrapó y le preguntó por qué estaba huyendo. El hombre comenzó a levantar sospechas.
Él le dijo que lo iba a llevar con ellas dos, pero en un descuido le da un fuerte golpe en la nuca desmayándolo. Se despierta amarrado, junto a Darla y a la niña. Javier logra con mucho esfuerzo desatarse pero el hombre apareció detrás de él y lo atacó con un hacha. Lo asesinó delante de Darla y la niña. La pequeña le dijo a ella que ese hombre había matado a sus padres.
Darla empieza a gritar: -¡¡¡Javier!!! -¡¡¡Javier!!!
El asesino, finalmente, las mató.

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