Cuando desperté el fantasma todavía estaba ahí. Era un día de lluvia. La sombra del espectro se proyectaba en la pared de mi cuarto. Al ver eso me asusté y corrí hasta el quincho donde me escondí. Pero un rayo cayó y comenzó a incendiarse todo. Volví a la casa y desperté a mi mamá diciéndole a los gritos lo que había pasado. Ella con calma me dijo:
- ¿Qué pasó?
- ¡Hay un fantasma en mi habitación!"
Fue a revisar pero no había nada.
- Vení, pasá no hay nada, acostáte -dijo tranquilizándome.
Lo hice e intenté descansar pero escuché un ruido en el ropero. Me levanté, abrí la puerta y no había nada. Volví a la cama pero ya no podía dormir.
Al otro día mi madre me despertó y le conté lo que había pasado. Ella me dijo que todo había sido un sueño y que los fantasmas no existen...
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