Valeria Martínez, “Fantasma”

Cuando desperté el fantasma estaba ahí.
El rostro parecía de un niño. No me asusté porque nunca me dieron miedo los fantasmas, pero me llamó mucho la atención ver que no tenía pies. 
Lo primero que hice fue intentar comunicarme con él. Lo saludé y se fue. Lo seguí. Me llevó hasta una habitación fea, horrorosa. Allí había una mesa con tijeras quirúrgicas. Todo indicaba  que era una sala de operaciones. Fue entonces cuando se comunicó conmigo y me contó que su madre lo había matado. Me explicó que ella vivía  enojada porque siempre quiso tener una niña y que lo que él hacía siempre le molestaba. Me contó que todo empezó un día de lluvia en el que fue a jugar descalzo al barro. La madre se enfureció, le dijo que era un niño malo y muy sucio, que las niñas eran más limpias y lo llevó a esa habitación: le cortó los pies para que no se ensuciara más, pero él murió desangrado.
De pronto vi una luz muy brillante y desapareció. En ese momento  entendí que para liberarse necesitaba contar su historia…

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