Rocío Luque, "Fantasma"


Todo empezó una tarde de verano cuando me desperté para ir a la escuela. Mi mamá me levantó rápido porque llegaba tarde. Cuando entré al salón no había más lugar. Me senté atrás de todo contra la ventana  allí estaban aquellos niños malvados que siempre me molestaban. Yo no los quise ni mirar pero cuando me descuide ya los tenía mi lado. Ellos me contaron una historia de terror. El niño que me molestaba me empezó a contar:


"Hace mucho tiempo cuando los fantasmas nos tenían como esclavos a nosotros los humanos. Cuenta la historia que los fantasmas venían por las noches a las casas de los niños  los hacía ser sus sirvientes y se los llevaban para matarlos. Ellos venían en las noches lluviosas".

Salí corriendo a mi casa mientras aquellos niños se reían. Cuando llegué a mi casa mi madre me pregunta qué tenía, "estas pálido y frío". Preferí no decirle nada porque tenía mucho miedo de que el fantasma viniera por nosotros.
A la noche fui a dormir y comenzó a llover. Pensé que el espectro vendría pero nunca llegó. A la noche siguiente, sentí unos ruidos en el placar pero como estaba muy asustada no quise levantarme. Después de unos minutos escuché voces: era el fantasma que me decía:
-        "No temas, no te haré daño. Yo sólo quiero darte lo que vos desees".
Asustada dije:
-        "¿Quién sos?, ¿Qué quieres de mí?".
-        "Soy tú abuelo, el que vos nunca conociste"
-        "No puede ser... Tú estás muerto... No puede ser..."
Mientras el fantasma repetía “soy tú abuelo no me temas”. Cuando me desperté resultaba que todo había sido un sueño, el fantasma de mi sueño era blanco, casi calvo y tenía en sus manos dos cuchillos. Muy asustada me levanté y fui a la escuela. Cuando entré al salón vi a aquellos chicos que me molestaban y junto a ellos estaba aquel fantasma. Pestañas una, dos, tres veces y ya no estaba. Se me apareció por todos lados. Luego a la noche siguiente, cuando me fui a acostar, se me apareció por todos lados luego a la noche siguiente, cuando me fui a acostar no quería quedarme dormida pensando que iba a soñar de nuevo con ese fantasma. Cuando me quedé dormida sucedió que el fantasma de mi sueño me quería matar. Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí, sentado, observándome desde los pies de la cama y luego se estuvo y nunca volví a soñar con él.
Luego supe que ese espectro no era mi abuelo, sólo era un espíritu de un viejo hombre que hacía mucho tiempo había vivido en esa misma casa. El fantasma trataba de asustar a los niños para que les dijeran a sus padres que en esa casa había fantasmas y se mudaron porque ese hombre no quería que nadie viviera en su casa. Él se llamaba José Alberto Rodríguez. Luego de diez años de aparecer el fantasma no volvió y la casa quedó sola, descuidada y abandonada.

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