Tamara Esquivel, "Fantasma"

“Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí…”

Sin saber dónde me encontraba trate de moverme y no pude. No lograba entender qué pasaba, en mi mente no había recuerdos.
Cuando pude reaccionar volví a mirar y el fantasma había desaparecido.
En la habitación apenas iluminada con la luz de la luna, el silencio de la noche reinaba solo interrumpido por la brisa que movía los árboles. Caminé hacia la puerta. Al asomarme observé un largo pasillo muy oscuro que terminaba en la puerta del ático de la que se escapaba una tenue luz.
Caminé muy despacio y parecía no tener fin. Rozando la pared noté que de ella colgaban varios cuadros pero no pude distinguir las imágenes. Apresuré el paso. Subí la escalera que me llevaba al altillo. En la oscuridad solo pude distinguir un viejo baúl. Me acerqué para observar lo que en él se guardaba pero al hacerlo me sobresalté perdiendo el equilibrio, intenté sujetarme de un cortinado que no tuvo la suficiente fuerza y se rompió dejando el altillo completamente iluminado. Observé en el piso mi propio cuerpo sin vida.
Al instante recordé a mis seres queridos y la vida pasada, al levantar la mirada vi a mi esposo que con el mismo amor de antes tomó mi mano y dijo:
-         Prometí amarte por toda la eternidad, ya es hora de irnos
Al alejarnos pude ver la casa, que construimos con amor, destruida.  La miré con tristeza hasta que ya no la pude ver más…

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