Gabriel Benítez, “Fantasma”

“Cuando me desperté el fantasma todavía estaba ahí…”

Mirándome como si esperara que hiciera algo y con una voz de fantasma siniestro y condenado me dijo:
-Todavía es demasiado temprano deberías seguir durmiendo.
Estaba pensando en lo que me dijo pero contesté:
-Ya no tengo sueño.
Por miedo a que me hiciera algo verdaderamente macabro me quedé despierto con él.
Eran las 5:30 de la mañana y comenzaba a mover los ojos, para no quedarme dormido tomaba agua del vaso que me había traído en la noche. Bebía a cada rato para no quedarme dormido y pensaba en un plan para deshacerme de él. Entonces le pedí que me contase su vida, sus mejores días, sus peores, sus mejores experiencias y las peores. Con ello pretendía ganar tiempo para pensar en algo. Me pareció muy interesante su vida y así perdí la noción del tiempo. Descubrí (gracias a un amigo que le había pasado lo mismo que a mí) que los fantasmas desaparecían con la luz del sol. Utilicé mi astucia y seguí engañándolo (ese era mi plan desde un principio). Eran las 6:30. Mientras permanecía dentro de mi habitación encerrado con el fantasma, los cálidos rayos del sol yacían en el horizonte esperando salir… ya se asomaban por el horizonte… yo ya lo sabía… era el momento final.
El sol estaba en su punto de salida y el fantasma todavía seguía allí. En ese momento se dio cuenta de mi plan y con un gesto de impotencia me creí en problemas. Sin embargo lo que hizo fue decirme:
-         Si querías que me fuese solo tenías que pedírmelo. Soy un fantasma amable, el que me veas como un monstruo no significa que vaya a actuar como tal…
Y diciendo esto desapareció.

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