Juan Rodríguez "El loco del jardín"


¡¿Loco?! Lo veremos. Si hubiera estado loco jamás hubiera podido deshacerme de ese repulsivo ser. Escuchen y sabrán la verdad de todo lo que hice.
            Todo comenzó con una pelea con mi familia, no sé por qué razón ni cuándo, pero logró enojarme de tal manera que no quise volverlos a ver jamás. Fue ahí cuando me mudé a ese pequeño y desolado pueblo, Hauson, un lugar que me aseguraba paz y tranquilidad. El único problema era conseguir trabajo y una casa. Busqué en todo el lugar pero lo único accesible con la plata que poseía fue un cuarto de una casa gigantesca y llena de cosas viejas, polvorientas y llenos de telarañas. En esta casa solo vivía un viejo señor, alto, amable y bondadoso. Siempre se la pasaba haciendo proyectos, no sé de qué pero tardaba mucho tiempo y se quedaba a admirarlos sentado en una silla vieja echa por él mismo. Se llamaba Henry Manson. Estaba divorciado pero siempre miraba una foto de ella. Hasta ahí no ocurrió nada. Sus enfermedades y sus problemas no me molestaban pero el problema empezó cuando noté esos diabólicos gestos que hacía cuando estaba nervioso o enojado. Según el médico el padecía de una afección que afectaba la mitad de su rostro, era un estilo de parálisis temporaria que también cambiaba totalmente su risa.
            Pasaron los días y ese gesto cada vez me generaban más miedo, en algunos momentos pensaba que sería permanente y que el bondadoso señor que yo conocía sería cambiado por la personalidad oscura que se ocultaba en esa marca.
El terror que tenía se convirtió en odio y este me susurraba constantemente que me deshiciera de ese repugnante ser. Al principio le hacía caso pero ese sentimiento se hacía cada vez más fuerte y terminé haciéndole caso, planifiqué todo y día a día anoté mientras lo observaba todos sus movimientos y planeé hacerlo al día siguiente, el jueves 24 de agosto a las doce de la noche.
Ya era el día, solo estaba a unas horas de lo planificado. Cené y preparé todo, luego esperé el horario fijado mirando por la ventana esa fría y oscura noche. Ya eran las once treinta así que me paré y fui con mucho cuidado por el pasillo hasta su puerta abriéndola lentamente entre sigilosamente y me sorprendí al verlo despierto y con ese gesto horroroso alumbrado por el único rayo de luz en toda la habitación. Estaba paralizado, el tiempo corría y ya eran casi las doce, aún seguía despierto. Entonces decidí saltar sobre él y sacar un cuchillo, lo apuñalé varias veces en el pecho. Agonizaba pero no me importó y sin esperar lo arrastré hasta el jardín trasero, corrí cuidadosamente las macetas, el césped y unas cuantas flores que se hallaban cerca de una esquina del paredón. En ese  mismo lugar cabe una fosa de una medida más o menos de un metro y medio de profundidad. Lo coloqué ahí. Estaba totalmente rígido, no tenía fuerzas y se estaba ahogando con su propia sangre. Su expresión aún permanecía. Lo tapé cuidadosamente y coloqué cada flor en su lugar. Podé los árboles y arbustos para hacer parecer que moví las flores solo porque estaba arreglando el jardín.
Ya eran las 6 de la mañana y decidí tomar su auto. Lo llevé hacia las afueras del pueblo cerca de una pequeña laguna. Lo hice par que creyeran que él no se hallaba.
Cuando llegué, desayuné y tranquilamente ordené todo. Luego alguien llamó a la puerta diciendo en voz alta “¡Policía!”. Los atendí y me dijeron que alguien había realizado una denuncia por escuchar ruidos extraños en mi casa. Le respondí que había sido yo al arreglar al jardín pero si querían que pasaran a revisar. Lo hicieron pero no notaron nada. Me preguntaron por el dueño de la casa. Les respondí que había salido de pesca al lago de las afueras del lugar. Y no dudaron al ver que no estaba su auto. Salieron del jardín y revisaron todo. No encontraron nada sospechoso y notaron que era verdad lo que les conté sobre el arreglo del jardín. Saqué un par de sillas y los senté al lado de las flores. Hablé un rato con ellos. Noté que habían pasado dos horas de su llegada  y que eran las 11:30 de la mañana y no tenía mucho sueño. No quería pedirles que se vayan para no levantar sospechas, entonces decidí pararme y buscar una manguera para regar las plantas, pero antes corrí una maceta que estaba más puesta al hacerlo escuché esa horrible risa, no podía ser había muerto y estaba enterrado varios centímetros bajo tierra. Me quedé paralizado, me preguntaron si estaba bien pensé que me estaban tomando de tonto y que si habían escuchado ese ruido me senté rápido y me quedé ahí. Seguí hablando y tratando de tranquilizarme pero la seguía escuchando. Ellos estaban quietos y tranquilos, parecía que no notaban nada mientras pensaban la oí de vuelta ya no podía más,  sudaba, temblaba y mis manos se movían de un lado para otro, mi corazón latía cada vez más rápido. Al oír ese horrible sonido ya no soporté más. Parecía que ellos me hacían sufrir a propósito. ¿Por qué no se iban? Seguían allí sentados, tranquilos, mientras yo sufrí, casi que me ahogaba, no resistía y al fin, desesperado, confesé todo. Les dije cómo lo había asesinado y ocultado su cuerpo debajo de las flores de mi jardín.
Desde ese día estoy aquí, encerrado, condenado a cadena perpetua y sólo, completamente solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario