Cuando desperté el fantasma todavía estaba ahí, su imagen espeluznante no se borraba de mi cabeza. Esos ojos grises, su mirada profunda e inquietante sin poder escapar me quedé paralizado y casi tartamudo pude pronunciar algunas palabras “¿Quién es?” El no contestó y en un abrir y cerrar de ojos ya había desaparecido. Encerrado en mi habitación, contemplando la puerta, me quedé pensando en aquella noche cuando al salir del baño me encontré con el miedo: había salido del cuarto e iba bajando las escaleras cuando de repente sentí escalofríos en mi espalda de pronto la puerta de la habitación se cerró haciendo retumbar toda la casa. En ese momento caí rodando hasta el final de las escalera, a partir de ese momento no recuerdo nada solo que desperté a la mañana siguiente como si todo hubiese sido un sueño.
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